Al regreso

Después de cumplir mis tareas escolares, y de dedicarme a una activa propaganda de un ideal político, me hallo de regreso en esta bella e incomparable capital gallega; esta gran ciudad de la cual el inmortal Curros, el poeta de la raza galaica decía:

«Nai cariñosa, ti décheme
canto darme enton podías,
consolo pr’as miñas bágoas,
pr’os meus males mediciña».

Esta es La Coruña: una madre que acoge cariñosamente a los que vienen en busca de consuelo a sus penas, y da descanso a los que hemos trabajado por el cumplimiento de nuestros deberes universitarios, y a los que hemos luchado por mantener un ideal, que gracias al esfuerzo de un grupo de jóvenes que sin «jefe», pero sí iniciados y dirigidos por D. Luis Hernández Rico, que aunque viejo es «joven» por el ardor que en la lucha pone, lucha que viene sosteniendo desde su primera juventud sin dudas ni claudicaciones, se va abriendo paso a través de la indiferencia, y lo que es peor, de la ignorancia de muchos, que llamándonse republicanos (seudo-republicanos, diría yo) se dedican, o por lo menos lo pretenden, a destruir ideales, y a zaherir con una osadía inaudita a los representantes del republicanismo histórico en España. Precisamente por ser histórico debemos, aun reconociendo sus errores, guardarlo en los archivos de la Historia y contemplarlo como un objeto digno de veneración y de sagrado recuerdo; pero desde luego respetando a los que hoy en España lo representan, pues ellos, como nosotros, han luchado, abriendo un camino y señalando una vereda: la que los jóvenes debemos seguir para llegar un día no lejano a ver realizadas nuestras aspiraciones.

Este grupo de jóvenes, entre los cuales predominan los estudiantes de Derecho, contando con la colaboración, no solo moral, sino material de algunos de los más ilustres profesores de dicha Facultad, defendemos los ideales republicanos presidencialistas. ¡Cuántos sinsabores y cuánta indiferencia he encontrado para propagar mi ideal! Pero hoy que me hallo en esta hermosa ciudad, al contemplar su bello mar tormentoso cuyas ondas rizadas parecen dedicar una estrofa enérgica y fiera a la libertad, mi espíritu se rejuvenece y cobra nuevos bríos para seguir luchando.

Carlos Dafonte Sánchez

La Coruña, julio 1928.

«El Presidencialista», n.º 7  (julio de 1928)

~ por rennichi59 en domingo 13 marzo 2011.

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