3. LUIS HERNÁNDEZ ALFONSO

Luis Hernández Alfonso (1925). Retrato de A. Hernández en la portada del poema «El Lirio».

Periodista, escritor, propagandista político, traductor, historiador, poeta, lingüista, prologuista y asesor literario: todas estas tareas ocuparon la agitada vida de Luis Hernández Alfonso, nacido en Buñol (Valencia) el 9 de agosto de 1901.

Único hijo varón del jurista Luis Hernández Rico, cuyo magisterio humano y moral le marcará muy profundamente, muy pronto abandona con la familia su localidad natal —donde su padre desempeñaba el cargo de secretario del Ayuntamiento— para trasladarse a Madrid. Aquí cursa sus primeros estudios e inicia jovencísimo las carreras de Medicina y Derecho, que no podrá terminar por dificultades económicas. De su precoz talento intelectual da fe una conferencia pronunciada cuando sólo contaba quince años. Bien pronto, el bullicioso mundo periodístico y literario del Madrid de la época le cuenta entre uno de sus más arquetípicos miembros. Entre sus primeros escarceos literarios se cuenta el breve poema El Lirio (1924), una de las escasas obras de su juventud que conocerá los honores de la imprenta. Por esa misma época impulsa y funda en Madrid, junto con otros espíritus afines, un círculo cultural y recreativo conocido como Ateneo o Liceo de la Juventud, en el que estrena con éxito una obra teatral, El proscrito. Cosecha galardones en diferentes concursos literarios a lo largo y a lo ancho de España: en Cádiz, Elche, Trujillo… En esta última ciudad gana en 1927 el premio convocado por el Ayuntamiento por la inauguración del monumento a Pizarro con un estudio biográfico sobre el conquistador del Perú, figura a la que más de treinta años después dedicaría una biografía.

En el verano de 1927 empieza a publicar artículos en «Heraldo de Madrid», principalmente dedicados a sensibilizar a la opinión pública acerca de  la situación sociosanitaria de la España de la época, algunos de ellos bajo el significativo epígrafe de «Cuestiones de Higiene Social» y  el seudónimo de El Doctor Hache. Ese mismo interés lo impulsa a participar activamente en los mítines de la campaña sanitaria de higiene social impulsada por el doctor Antonio Navarro Fernández. Simultanea su actividad publicista y literaria con la agitación política republicana en el seno del Partido Republicano Presidencialista de España fundado por Hernández Rico en 1919 y de cuyo Directorio había sido nombrado secretario en fecha tan temprana como 1920.

Cada vez más involucrado en las tareas del partido y en la difusión de los ideales republicanos en plena dictadura de Primo de Rivera, escribe numerosísimos artículos en la prensa más liberal de Madrid y de provincias y desempeña una apretada actividad de mítines y conferencias a favor de la República en varias localidades del país. Dirige desde su fundación en enero de 1928 el órgano de la Juventud Republicana Presidencialista de España, titulado «El Presidencialista», alrededor del cual se congregan e incorporan al ideario republicano y presidencialista jóvenes juristas y escritores de gran talento y elevados ideales. En él también firma artículos con el seudónimo de «El doctor Hache», empleado en su día en sus primeras contribuciones a «Heraldo de Madrid». Desempeña también una entusiasta actividad de orador en su calidad de presidente del Comité Nacional de la Juventud Republicana Presidencialista de España y como propagandista de la Federación de Juventudes Republicanas, participando en numerosos mítines en Madrid y en otras localidades. Como presidente del Comité Nacional de la Juventud Republicana Presidencialista, firma, en noviembre de 1930, la Declaración publicada en prensa en la que se comunica el cambio de denominación de la agrupación por el de Presidencial Comunista y se sintetiza su ideario.

No arrincona, con todo, su actividad literaria y de investigación histórica, que reciben un preciado galardón con el Premio Cervantes de 1930 por su estudio histórico Virreinato del Perú, otorgado por la Diputación de la Grandeza de España de manos del rey Alfonso XIII. Dicho libro conocerá dos ediciones: la primera a principios de 1931, en Morata, y la segunda en plena posguerra, en 1945, por la Editora Nacional… con su autor recién salido de la cárcel.

También en 1930, ganará el Premio Zozaya de periodismo, concedido por el prestigioso diario «La Libertad». Arrestado el mismo día de la frustrada sublevación en Jaca de Fermín Galán y García Hernández en su calidad de director de un medio republicano, compartirá vivencias en la Cárcel Modelo de Madrid con gran parte de los protagonistas de la II República, a algunos de los cuales entrevistará como compañero de cautiverio para la acreditada revista barcelonesa de izquierdas «La Calle», de la que fue colaborador habitual, al igual de otras publicaciones republicanas de izquierda como «La Libertad», «Nuestra Época», «Nueva España» y «La Tierra». De todo ello dejará cumplido testimonio en su obra Verdad y mentira de la República Española, publicada en 1933 y cuya segunda edición se encuentra en avanzada fase de preparación.

Luis Hernández Alfonso (años 30)

Luis Hernández Alfonso. Fotografía (años 30)

Durante los años de la República prosigue sus actividades periodísticas en numerosos diarios y revistas (es el caso de la avanzada revista ácrata valenciana «Estudios», en la que figuran interesantes estudios suyos de crítica social, pero también en publicaciones como «Crónica», «Mundo Gráfico», «Lecturas» y «Estampa», en las que publica reportajes, poesías, crónicas, relatos…). Publica obras, generalmente de carácter político y social, en editoriales como Morata y Castro, con las que también colabora como traductor, principalmente del francés y del italiano. A principios de la década, según creemos, estrecha relaciones con figuras emergentes de la intelectualidad femenina de la época, como María Zambrano, con la que le unió una gran amistad, reanudada tras ambos exilios, exterior el de la filósofa, interior el suyo, y la trágicamente malograda Hildegart Rodríguez. Ingresa, asimismo, en el Ateneo madrileño. En lo político, la desilusión por el aburguesamiento que padece la República que tantas expectativas había suscitado y por la que tanto había luchado lo lleva, junto con su padre, hacia posiciones más afines al comunismo, tal y como lo confirma el cambio de denominación del Partido, que pasa a titularse Partido Republicano Presidencial-Comunista de España, y cuyas juventudes sigue liderando hasta la disolución de esta formación política, cuando pasa a militar —creemos que brevemente— en el Partido Republicano Radical Socialista, una de las formaciones que en 1934 constituirán Izquierda Republicana.

Tras el 18 de julio de 1936, permanece en Madrid en calidad de jefe de prensa de las Juventudes Socialistas Unificadas, alentando a la lucha contra el fascismo con sus artículos y crónicas desde el frente de la Sierra, escritos en diarios como «El Liberal». El 1 noviembre de 1936 entra a formar parte del Subcomisariado de Propaganda del Comisariado de Guerra. Sigue al gobierno de la República en su traslado a Valencia, y simultanea su labor en el Comisariado de Guerra en Jaén con la colaboración en el diario «La Hora» de Valencia, de las JSU, y la subdirección primero y dirección después, ya en Baza, de «Sur», el órgano portavoz del Comisariado de Guerra del Ejército Popular de Andalucía, región por la que también viaja con misiones de agitación y propaganda. En las páginas del mencionado diario del Ejército de Andalucía publica entre 1938 y 1939, con frecuencia prácticamente diaria, artículos, poesías y reportajes, bien bajo sus iniciales «L. H. A.», bien bajo los seudónimos de «Luis de Buñol» o de «Luisillo». Ejerce igualmente funciones de comisario en el Socorro Rojo Internacional. Publica romances bélicos en el famoso Cancionero de la Guerra de España bajo sus iniciales «L. H. A.», recientemente reeditados algunos de ellos. En la ciudad bastetana estrecharía amistad, según parece, con el poeta canario Pedro García Cabrera, con el que compartiría cautiverio al final de la contienda y que dedicaría años después al antiguo compañero de prisión una de sus mejores y más conocidas poesías: A la mar voy todavía.

En Baza le sorprenderá el fin de la guerra, al negarse a dejar el suelo español y siendo director, como siempre recordaría con legítimo orgullo, del último diario republicano que cayó en manos franquistas. Encarcelado en la Prisión de Partido de esa ciudad y posteriormente en las prisiones granadinas de «La Campana» y Provincial, se le procesa y condena a muerte con el consabido y esperpéntico cargo de «auxilio de la rebelión». El testimonio de muchas personas inocentes cuya vida había contribuido a salvar valiéndose de sus cargos contribuyó a conmutar su pena capital en cinco años de prisión. De la terrible experiencia de la guerra y de la cárcel dará testimonio, entre otras composiciones, su poesía Senda, breve y emotivo canto en el que el poeta parece hacerse portavoz de toda una generación rota.

Cabal exponente de los intelectuales del «exilio interior», Hernández Alfonso dedicará sus restantes años y energías —imposibilitado a ejercer el periodismo por su calidad de enemigo del régimen— a la traducción de las obras de grandes escritores y estudiosos antiguos y modernos para varias editoriales; a la labor lingüística con la redacción de su inédita Defensa del idioma y de numerosísimas papeletas enviadas a la Real Academia Española, y a la asesoría literaria por cuenta de prestigiosas editoriales como Aguilar, Alonso, Castro y Morata. A Aguilar se incorpora como asesor literario en 1954 hasta su jubilación en 1974, aunque sigue trabajando desde entonces como colaborador externo hasta su muerte, acaecida en Madrid el 4 de noviembre de 1979.  Gracias a la  generosidad de la familia almagreña Fernández-Pedrero,   a la que siempre estaremos gratos los descendientes del escritor, sus restos mortales reposan en el panteón familiar propiedad de ésta, en el cementerio de tan encantadora localidad manchega, patria chica también, por azares de la vida, de la suegra del escritor,  María del Prado-Filomena Cárdenas Núñez de Arenas.

Luis Hernández Alfonso deja un nutrido acervo de obra inédita (poesía, ensayo, teatro, cine, escritos autobiográficos…) que sus herederos conservan celosamente al tiempo que intentan con todo empeño darlo a conocer, principalmente a través del presente blog «Los Hernández».

En el siguiente enlace puede consultarse un índice provisional, en continuo crecimiento, de las obras de Luis Hernández Alfonso en sus diferentes vertientes, con enlace, en su caso, a los textos correspondientes.


4 respuestas to “3. LUIS HERNÁNDEZ ALFONSO”

  1. Debes sentirte muy orgulloso de tu abuelo. El mío no era un intelectual, pero fue condenado por el mismo delito, el de «auxilio a la rebelión» (5 años de prisión, torturas y trabajos forzados…). Saludos.

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  2. Hola, Xelo, y qué alegría leerte por estos pagos más familiares. Lo que en efecto nos tiene que llenar de orgullo a ambos es que uno y otro lucharan por la libertad contra la opresión. Cada uno lo hizo con los dones que tuvo. Un saludo muy cordial y agradecido.

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  3. Justo Ahora preparo unas diapositivas para una exposición sobre su libro Virreinato de Perú, un gran autor que realiza estudios históricos!

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  4. Nos alegramos mucho de esa exposición sobre el libro de Hernández Alfonso, que mereció el Premio Cervantes de 1930, y si no fuera mucho pedir, nos encantaría que compartiera con nosotros ese material para incluso, llegado el caso, poder colgarlo también —naturalmente, con sus debidos créditos— en esta bitácora a él dedicada.
    Para cualquier contacto puede escribir al correo electrónico que encabeza la columna derecha.
    Gracias por su actividad y por comunicárnosla. Seguimos en contacto.
    Un saludo cordial desde España.

    Pablo Herrero Hernández

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